“Hay que mejorar la raza” son las palabras que usan muchas señoritas y jóvenes de Bolivia al momento de referirse a su búsqueda de pareja, personas de piel morena que quieren verse más blancos o que al menos aspiran que sus próximas generaciones sí puedan verse “mejor”.
Bolivia es el país con el mayor porcentaje de población indígena de Latinoamérica y el único con un presidente indígena, el señor Evo Morales Ayma —usamos el término indígena para referirnos a las culturas, pueblos y naciones originarias de este territorio, también conocidas como pueblos amerindios y pre coloniales— . El 22 de febrero del 2010 Bolivia es refundado como un estado plurinacional a través de su Nueva Constitución Política del Estado (NCPE), ley fundamental que reconoce 36 pueblos o naciones indígenas originarias; entre ellas, la afroboliviana, descendientes de los esclavos traídos de África en la época de la colonia que son hoy reconocidos bolivianos originarios por el dolor y sufrimiento compartido pero también por la lucha de lo que se constituye como su nueva cultura en Bolivia.
Alrededor de un 66% de la población boliviana es indígena o descendiente de indígenas, una población indígena mayoritaria que ha sido sin embargo históricamente explotada, denigrada y humillada. Previo a la aprobación de la NCPE en el año 2008, los indígenas fueron perseguidos, golpeados y desnudados en las ciudades de Santa Cruz y Sucre, e incluso fueron asesinados en la masacre de Porvenir en el departamento de Pando. A la vez, un periodista de Beni lanzaba sus gritos de amenaza por la radio: “Raza maldita, tienen 24 horas para salir de Riberalta”. Esta violación de los derechos humanos de los indígenas no es más que el reflejo del fuerte racismo que se vive en Bolivia. La fundación de un Estado Plurinacional es apenas el primer auténtico esfuerzo para luchar contra el racismo y la humillación que sin embargo se mantienen presentes en Bolivia.
Si bien la presencia de un presidente indígena contribuyó de manera simbólica a la aceptación del indígena en el imaginario de las personas, se percibe a la vez un desprecio y rechazo al indio que se va consolidando. Al mínimo error del presidente, escuchamos frases como “este indio de mierda”, o en la redes sociales leemos frases como “imilla perra”, “aunque el mono se vista de seda, mono se queda” para mencionar a la hija de presidente. El mensaje es claro: nos referimos de manera general al presidente como “el Evo”, igual que si se tratara de tu mascota “el pulgas” o “el firulais”.
Desde mi punto de vista, en Bolivia existe una relación directa entre racismo y pobreza. Si bien el colonialismo español terminó en Bolivia el año 1825 no podemos negar que las raíces coloniales y sus consecuencias siguen presentes en Bolivia. Durante todos estos años de independencia se mantuvo una estructura elitista donde unos eran preparados para dirigir y gobernar, mientras que el resto debía obediencia y respeto a los primeros. Un aspecto que marcaba esta posibilidad dentro de la sociedad era el aspecto racial de las personas. Los barrios donde viven personas con mayor poder adquisitivo son habitados, casi en su totalidad, por personas blancas; al mismo tiempo, contratan personas de piel morena para que trabajen de seguridad durante el día y la noche. En estos lujosos barrios aún escuchamos como las mujeres, hombres e incluso los jóvenes y niños se refieren a esos rostros morenos como el “doncito” o el “hombrecito”. ¡Qué desprecio! Pequeños e insignificantes seres humanos, expresiones que revelan el dominio o la superioridad de unos sobre otros; entonces sucede que es aceptable explotar a esos rostros humildes y dar oportunidades a los rostros más claros.
Al mismo tiempo, podemos ver rostros morenos discriminando otros rostros morenos, tal vez porque estos últimos son ligeramente más morenos. Una madre me compartía como entre sus mismos hijos se discriminan, uno de ellos tiene la piel un poco más oscura razón por la cual sus otros dos hermanos le llaman negro. Estas mismas formas de maltrato y humillación se repiten en las escuelas, colegios, universidades, trabajos y espacios públicos. Aquel que en su momento fue tratado de indio ignorante ahora llama indio estúpido a su vecino, a su compañero de trabajo, a su hermano.
La cara triste de la historia sucede cuando todos estos mensajes de inferioridad se reproducen dentro de las personas humilladas y menospreciadas. Una persona en situación de pobreza decía: “nos daña en lo que se llama autoestima, en nuestro sentido de valor, de cuanto valemos, nos hace pensar que no valemos nada, de que vivir a veces no vale nada porque se ha hablado incluso de casos de suicidio, cuando la vida debería ser el valor más elevado”. De alguna forma, la historia se reproduce, ahora las palabras de desprecio a tu piel surgen de tu misma mente o de tu boca, y la esperanza se manifiesta desde la negación de uno mismo, expresada en la frase “hay que mejorar la raza”, y se consolida en costosos productos de belleza que prometen aclarar tu tono de piel y se reproduce con la negación de tus raíces culturales e incluso la negación de tus propios padres.
Es así como vivimos en Bolivia: un país con mayoría indígena que se niegan a aceptarse como personas bellas e inteligentes. Nos negamos a ver al otro como un ser humano que se merece respecto y trato digno, no queremos aceptar su opinión porque son ignorantes, flojos o pobres. De manera personal puedo decir que a mí me han llamado de manera despectiva como cholo, indio o tara (palabra en lengua indígena quechua que significa cargador pero que es usada de manera despectiva), y que hoy yo sigo luchando por amar los rostros morenos de mi gente. Es a esa lucha interna, individual y social a la que llamamos descolonización.
Marcelo Vargas Valencia, La Paz
Gracias Marcelo por tu llamado al respeto que merece cada ser humano, porque todos tenemos la misma humanidad y dignidad, cualquier sea nuestro origen social, cultura, etnia, color de piel, o lo que sea. Segun mi, el termino de «raza» tendria que ser borrado del nuestro lenguaje porque no existen diferentes razas, sino que hay una sola humanidad en su diversidad. Como lo dices, se trata de herencias de estructuras mentales del colonialismo, basadas sobre la desigualdad y la categorizacion de la humanidad… Como terminar con eso ? Con la lucha contra la extrema pobreza, que va ligada con la lucha contra los prejuicios. Con la valorizacion de los talentos y riquezas que llevan en si mismo las diferentes culturas, heredores de tradiciones multiseculares. Y con el encuentro humano que te hace reconocer en el otro tu semejante… La diversidad, es nuestro tesoro comun !
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Excelente comentario, complementas muy bien lo que intenté transmitir en el artículo. Definitivamente somos una sola humanidad, cuando luchamos contra algo como el racismo podemos incurrir en el error de ver a la diversidad como un problema, pero es en la diversidad que nos podemos nutrir unos a otros, diferentes matices de una sola humanidad, diferentes modos de hacer en los cuales podemos aprender mutuamente. Pero para lograrlo el encuentro es fundamental, ¿cómo nutrirnos, cómo reconocernos en el otro sino creamos puentes de encuentro? Tenemos que construir puentes de integración, por eso me gusta tanto el Movimiento ATD Cuarto Mundo, porque a pesar de las diferencias culturales o étnicas vemos la misma realidad en un solo pueblo, el pueblo del cuarto mundo, que son los millones de seres humanos que son ignorados o desplazados por no ser competitivos, ambicioso o por no actuar como las actuales sociedades requieren. Pero en estos actos de exclusión y segregación no solo desplazamos a personas sino que nos negamos a nosotros mismos, negamos nuestra humanidad.
Ahora yo soy el agradecido por tu reflexión, me ayudaste a comprender más aspectos esenciales que nos permiten avanzar.
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Me gusta tu artículo, Marcelo: La ideología dominante se reproduce en nosotros mismos de manera evidente, y a veces sutil: por ello, quizás, creo, el mayor combate se libra en nuestro interior.
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