cuando las ganancias están por encima del ser humano

Periódico Los Tiempos (07-09-2016)

En septiembre de este año, productores de leche de Bolivia empezaron a realizar protestas y bloqueos debido a que la empresa recolectora tuvo que reducir, por la falta de demanda, la cantidad de litros que compraba. Esto quería decir que la cantidad de leche producida superaba la cantidad vendible en el mercado interno boliviano.

Luego sucedió algo que molestó mucho a nuestra población: los productores de leche decidieron tirar este alimento a la calle como acto de protesta. ¿Cómo se explica que en un país con una importante tasa de desnutrición infantil se realicen este tipo de actos?

Escuché esta noticia justamente cuando me encontraba comiendo en la mesa de una persona que vivió de manera muy fuerte la pobreza, ella me había invitado a almorzar pero yo sabía que no tenía lo suficiente. ¿Por qué las personas que tienen poco o casi nada son tan solidarias? Luego de recibir varias invitaciones de esta misma persona, me atreví a preguntar: ¿Por qué lo haces si sabes que no tienes lo suficiente?, y la respuesta fue impactante: “Porque sé lo que es no tener y lo importante que es compartir lo poco que uno tiene”.

Muchas veces me topé con esa realidad: que las personas que viven la pobreza son las primeras en ayudarte compartiendo los pocos alimentos que tienen. En mi experiencia, las personas que conocen lo que es pasar hambre no se fijan si tienes o no tienes dinero, simplemente comprenden que en ese momento es necesario compartir.

Los productores de leche en Bolivia no son empresarios con grandes capitales, al menos no en sus orígenes. Es verdad que poco a poco la realidad rural de mi país va mejorando y los productores de leche ahora tienen cierta estabilidad económica, pero sus raíces están en hogares rurales humildes o precarios. Entonces, ¿cómo se explica que gente con fuertes raíces en esta realidad termine tirando la leche a la calle? Seguro existen muchas causas, pero para mí es claro que una de las principales es el interés por el dinero sobreponiéndose a nuestro sentido humano de solidaridad.

La leche es muy importante para la nutrición de los niños, pero para las familias pobres de mi país es un bien de lujo que pocas veces pueden dar a sus hijas o hijos. Perdidos de alguna forma entre volúmenes de producción que incrementen las ganancias, los productores de leche terminan olvidando los principios de la comunidad de los que provienen y son capaces de desperdiciar alimentos o simplemente dejarlos sin compartir. Como lo hizo la mujer que me invitó a su mesa, ¿soy yo capaz de compartir incluso cuando mi situación económica es totalmente adversa? ¿Cuántos somos capaces de hacer de nuestra vida diaria un conjunto de actos que nos permitan construir humanidad en cada uno de nosotros? Aún si no sé si yo tendría el valor de compartir en circunstancias tan adversas, estoy seguro de que es necesario aprender de la solidaridad de las personas en pobreza y practicarla en nuestro diario vivir; no como un acto de bondad sino como un acto de justicia.

Marcelo Vargas, La Paz

 

pobreza y cambio climático en los Andes

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El Perú ocupa una parte importante de la Cordillera de los Andes en la América del Sur. En su territorio se concentran alrededor del 70% de los glaciares tropicales, los cuales juegan un rol fundamental en el equilibrio pluviométrico natural, al regular el flujo de agua en tiempos de fuertes lluvias así como en tiempos de sequía. Los Glaciares tropicales, tienen pues una influencia crucial en el equilibrio climático de toda la región de la América del Sur y cualquier alteración en ellos tendría un impacto a nivel mundial.

Los glaciares tropicales juegan un rol de reguladores de los fenómenos pluviométricos. Cuando se producen precipitaciones excesivas, las bajas temperaturas en los meses invernales retienen y congelan el agua de lluvia, permitiendo que cada año millones de Cm3 de agua sean retenidos en los glaciares, los cuales se derriten en la época primaveral y ruedan hacia abajo irrigando las laderas de los Andes, permitiendo así el desarrollo de un sistema productivo que depende fuertemente de estos flujos de agua. La casi mayoría de los ríos en los Andes se originan de estos deshielos a los 4000msnm.

A lo largo de los últimos 10 mil años, la temperatura promedio del planeta se ha mantenido en 15° centígrados; sin embargo, en el último siglo la temperatura media se ha incrementado en 0.6° y se estima que para fin de siglo aumente entre 1.4° a 5.8°1. Este incremento en la temperatura es consecuencia del aumento de los gases a efecto invernadero por acción humana, es así que la cantidad de CO2 existente hoy en el ambiente es superior a la capacidad de absorción y emisión de nuestro planeta, este exceso de CO2 retenido en el ambiente es un factor fundamental en el calentamiento global.

Desde los años 70 a la fecha, se estima que los glaciares tropicales de los Andes peruanos se han reducido en un 22%; sólo el glaciar Quelccaya (a 5560 msnm y el más grande glaciar tropical del mundo) se ha venido reducido en 60m por año, el 2010 evidenció una reducción de 150m, hoy se estima que habrá desaparecido completamente para el 20202. La Cordillera Blanca ha decrecido sobre el 15% desde 1970 y los científicos estiman que en unos 10 años habrán desaparecido todos los glaciares que se encuentran entre los 3500 y los 4200 msnm. Por tanto, estudios científicos señalan que para el año 2050 el Perú habrá perdido el 50% de sus reservas de agua dulce3.

La pérdida de los glaciares tropicales impediría que el agua de lluvia sea retenida, provocando que cada año alrededor de 7000 millones de m3 de agua se vayan al océano pacífico4, elevando el nivel de sus aguas, y provocando catástrofes como inundaciones, aluviones, deslizamientos de terrenos, etc. Esto provocaría a su vez el colapso de todo un sistema productivo del cual dependen millones de personas.

El equilibrio del medio ambiente en los Andes ha sido siempre frágil, las poblaciones que históricamente se han sucedido después de que empezará a ser poblado hace más de 20 000 años tuvieron que hacer frente a condiciones sumamente adversas para adaptarse; este proceso de adaptación duró miles de años e implicó una adaptación no sólo del organismo humano, sino también el desarrollo de una tecnología de producción que respondía a los límites y condiciones propios del medio ambiente andino.

Este medio ambiente andino que se caracteriza por lo abrupto y escarpado de su geografía, presenta pocos espacios planos aptos para el desarrollo de la agricultura; ante ello y desde muy temprano en la historia, el hombre andino tuvo que aprender a producir en las laderas de las montañas, desarrollando un sistema de terrazas llamados andenes que permitían aumentar el número de tierras cultivables así como aprovechar el agua que baja de los deshielos a través de un ingenioso sistema de canales. Hizo de la adversidad que significaban las elevadas alturas en pocos kilómetros, una ventaja comparativa al desarrollar un sistema productivo basado en el uso de diferentes pisos ecológicos, lo cual permitió la aclimatación de muchas plantas y hacer frente a períodos de sequías. En su mejor momento y en el apogeo de la época incaica, este sistema de producción permitió sostener una población que algunos historiadores estiman en 12 millones de personas.

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Desde los años 40, las zonas rurales en los Andes se han ido despoblando, este proceso que se ha acentuado las últimas tres décadas debido a la pobreza y la falta de oportunidades en el medio rural frente a la atracción que ejercen los principales centros urbanos ha llevado a que la población rural pase de 40% en 1972 a 23% el presente año5. Hoy hay cada vez menos campesinos y por ende menos personas para mantener los sistemas de producción agrícola, es decir las terrazas, los canales de irrigación etc.

En este contexto, es más importante que nunca establecer un diálogo con aquellos que, a causa de su propia vida, han sido siempre los primeros en hacer saltar las alarmas sobre las consecuencias del cambio climático para la vida de las personas y del medioambiente.

Alberto Ugarte Delgado, Perú/Francia