buscar refugio

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Hace un par de semanas hice el trámite regular para la renovación de visa para seguir legalmente en Francia.

A mi alrededor, una cantidad grande de extranjeros también lo solicitaban. Algunos comentaban que no era la primera vez que venían para hacer la solicitud. Siempre les faltaba un documento y debían volver a la misma rutina antes de entrar a la recepción de documentos. En ese momento, sentí el privilegio que es ser una extranjera que tiene la seguridad de que todos los documentos están completos. Muchas de las personas que estaban a mi lado eran inmigrantes solicitando protección internacional, lo que los coloca en una situación muy diferente a la mía. Estas personas son solo algunas de las miles que día tras día tratan de entrar a territorio europeo y que al final tienen la suerte de solicitar asilo. Muchas más, miles, están en las calles sin ninguna protección.

Esta es la crisis migratoria que azota a este mundo. Empujados por conflictos armados o en búsqueda de mejores condiciones de vida, muchas personas salen de su país de origen aun sabiendo que se puede perder la vida en la travesía; la esperanza es más fuerte para miles de mujeres, hombres y niños quienes buscan un horizonte más prometedor. La edad no importa para hacer el viaje, cuando se trata de salvar la vida de la violencia, la pobreza, la guerra, etc. Antes se decía que la gente iba en búsqueda del “sueño”; eran migrantes económicos; ahora “se huye” literalmente, buscando acceder a un país para protegerse. Estos movimientos forzados los llevan a utilizar diferentes medios; el tren, buses o camiones para cruzar el territorio mexicano, en el caso de los latinoamericanos, o los barcos para alcanzar las costas europeas. Los peligros en todo caso, son los mismos.

El gran número de muertes se vincula a la precariedad de las embarcaciones utilizadas por los traficantes de humanos, traficantes que cobran grandes sumas de dinero para cruzar a miles de personas que sueñan con llegar a Europa. En la ruta mediterránea central, la mortalidad es provocada por naufragios masivos de embarcaciones de madera que, tras zozobrar, dejan a centenares de personas en medio del agua, a lo que se agrega aquellos que mueren en los botes sobrecargados.

En el 2016 se dijo que hubo 3,800 muertos en el Mediterráneo. Las cifras de los que arriban disminuyen en algunos países, en otros aumentan: 70.000 migrantes cruzaron el Mediterráneo hacia Italia entre enero y junio de 2016 y 9,000 se instalaron en Francia, por mencionar un dato. ¡La diáspora humana sigue cada vez!. Tradicionalmente, son los países del norte europeo los que mayor número de personas con necesidad de protección internacional acogen.

La Unión Europea ha creado la Comisión de la Agenda Europea sobre migración, por esto se escucha hablar de la creación de equipos conformados por unidades que actúan de manera conjunta con los 28 países Estados miembros. También las operaciones Tritón y Poseidón triplican fondos para actuar. Su trabajo consiste en la localización, rescate y deportación de náufragos del Mediterráneo. La redistribución de refugiados y reasentados es un tema sensible, que requiere de voluntad política para responder a los retos que cada vez se presentan en materia de política migratoria. Hasta ahora, por lo que escucho, no existen propuestas de políticas concretas, soluciones especificas y compromisos claros.

Por otro lado, está el efecto expulsión que ponen en marcha algunos países, tratando de proteger sus fronteras con el afán de parar este fenómeno. Más allá de solucionarlo provoca que las personas busquen caminos alternativos para llegar a su destino. A su vez, esto aumenta las oportunidades de traficantes que se aprovechan de estas situaciones dando lugar a desenlaces fatales, pues los inmigrantes son más vulnerables en terrenos más extremos. Y así sigue la cadena de causas, consecuencias, de búsquedas de culpables, de víctimas, etc.Pero la aventura no termina con eso. Después de pasar por todas las situaciones en el trayecto, a su llegada al país más próximo, los refugiados o inmigrantes, son vistos como una amenaza. Para algunas personas no es posible invertir grandes cantidades de dinero en ellos. Un recorrido por cualquier parte de Europa, muestra esta realidad, al encontrarse en la calle familias enteras solicitando una ayuda para sobrevivir. También es cierto que muchos están listos para acogerlos, para acompañarlos, como algunos programas que existen en pequeñas ciudades que ponen a la disposición algunos profesores para el aprendizaje del idioma local.

El debate no debería estar en cuántos refugiados pueden acoger los países europeos, sino qué acciones pueden ser más adecuadas para garantizar la seguridad de las personas y resolver las tragedias que cada día cuestan vidas en el Mediterráneo.

Del otro lado del océano, yo conocía de todos los que se arriesgaban para llegar a Estados Unidos, ahora veo con mis propios ojos que eso era solo una parte de la problemática mundial.

Elda García, Francia/Guatemala

Portada: Del libro El muro, Javier Sobrino con ilustraciones de Nathalie Novi. Editorial Juventud.