palabras de paso

dehesa-blog

Yo no soy un bloguero, yo no soy un escritor, yo no soy voluntario permanente.
Tan solo soy un desplazamiento, un viaje, un tránsito, un trasvase, algo que se parece, algo que era, que quería ser, hoy solo estoy.

Me gustan las palabras, me gusta cuando las decimos y cuando las callamos, cuando nos desbocan en grito, cuando nos desplazan, cuando nos atraviesan.

Me gusta cruzar la dehesa en bicicleta y arañar el sonido lento de la niebla que te moja, pedalear bajo la mirada líquida de las vacas que rumian sus saludos quietos.
La dehesa son los brazos abiertos de las encinas, las rocas de granito, los desnudos robles.
Me gusta correr y sudar cuando el campo transpira niebla, me gusta cortarme con el centelleo de la niebla que afila el sol del atardecer salmantino y añadir con el vaho de mi sudor una capa más a esta sábana que se come la noche, el paisaje, el atardecer y el sonido.

Me gustan las palabras y me gustaría contaros cosas, pero las palabras se agolpan como piedras y el muro se cae machacándome los dedos. Recojo el peso del sentido y me parte la espalda. Las palabras arden y no me queda más que ceniza en la boca. Mientras tanto mi olor es de humo, me desnudo y dejo mi cuerpo fuera para que se convierta al musgo de la teja, para que huela a primavera y a brote. Hace frío y sueño con el humo al que todavía huelo.
Es invierno y me gustan las palabras.

Aunque corra, mi cuerpo me persigue.

Ser de hueso, ser de musgo, la quietud de la piedra, la sonrisa de la vaca, el brillo de la pluma de la gallina, el saludo corto de la dehesa. Yo solo estoy,  y estando en ocasiones me encuentro.

No se si tengo palabras para contarte.
Me gustan las palabras. Me gustas tú.
Me gustan los hombres y mujeres que recorren lentamente los caminos torcidos de la tierra.
Me gusta lo que nos traen, me gusta lo que callan.
Hay que callarse mucho para decir un poco.

Quiero decir cosas que sepan a ceniza, que brillen como el fuego, que se posen como la piedra, que paseen como nuestras vidas por el paisaje lento de la dehesa.

Solo estamos por un rato.
Estamos para contarlo y nuestras palabras, peregrinas, están de paso.

Jaime Solo