palabras para mañana, hoy

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Como suelo hacer dentro de mis labores de comunicación, buscaba entre las páginas del libro Palabras para mañana de Joseph Wresinski alguna frase para publicar por las redes sociales. Un párrafo me detuvo:

“Yo tengo tantísimos niños como él en mi recuerdo,
que murieron por culpa de la miseria.
Tal como esos dos niños que, estos mismos días,
a pocos pasos de allí,
murieron quemados vivos en una caravana.
Tantísimos niños que me hacen pensar en una madre
cuyo hijo también murió para ser testigo
de la miseria que pesa sobre los pobres,
y que, desde lo alto del cadalso, pedía perdón
para una humanidad ignorante e inconsciente”.

El miércoles 8 de marzo, un incendio provocado quemó a un grupo de niñas y adolescentes del Hogar Virgen de la Asunción en San José Pinula, Guatemala. Hoy, cuarenta de ellas murieron. A lo largo de las últimas semanas, de boca en boca o por medios de comunicación, escuchamos las historias de las chicas, una constante: la pobreza, ellas y sus familias privadas de poder acceder a sus derechos.

De mis ojos brotan de nuevo las lágrimas al leer el texto de Wresinski, publicado en 1986: “murieron quemados vivos”, “pedía perdón para una humanidad ignorante e inconsciente”. Ahora mismo, mientras escribo, otro grupo de jóvenes más de un penal para menores de edad se amotinan, dadas las precarias condiciones de vida. Ahora mientras escribo, un niño o niña muere a causa de la desnutrición; ahora, matan a un joven a punta de machete; ahora, muere una adolescente dando a luz; y me pregunto: ¿cuántos niños, niñas, adolescentes y jóvenes más veremos morir? ¿Estaremos 30 años más tarde leyendo sobre personas que mueren quemadas vivas?

En los últimos días, cientos de activistas y ciudadanos nos hemos movilizado exigiendo justicia, afirmamos que #FueElEstado, que a lo largo de la historia ha dejado a gran parte de la población viviendo en la exclusión y al margen del ejercicio de sus derechos. Además, quienes conocemos las complejidades de la vida en la pobreza, rechazamos enérgicamente que se señale a los padres y madres de las niñas o a las niñas mismas como culpables.

La vida de los más pobres no es nada sencilla de explicar, más bien pienso que se comprende mejor caminando a su lado, en estos momentos de más consternación invitamos al encuentro con los que tienen una vida más difícil, invitamos a la lucha por los derechos de la familia (de todo tipo), invitamos a la lectura de “Palabras para mañana”, invitamos a la movilización en los barrios, invitamos a la acción para que nunca vuelva a morir nadie a causa de la violencia de la miseria, #PobrezaNuncaMás.

Linda Gare, Guatemala

En twitter @lindagare

 

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el valor de la vida

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Vi morir a personas en la calle”, es una cruda frase que confieso cuando alguien me pregunta sobre por qué “querer cambiar el mundo”. La repito, para mí o en voz alta, para saber que esa situación no es normal. También recuerdo nombres: Alberto, Cristóbal, Willy, Érica… porque son personas, humanos, los que han dejado su vida a causa de la miseria de vivir o trabajar en la calle.

Atrás dejé los días en los que cada martes caminaba a la zona 3, en los alrededores del basurero municipal, para colorear con los muchachos. En los que mi amigo Mansor me advertía y describía lo que significaba para una mujer compartir con personas que están en las drogas, por ejemplo. Volvía agotada, pero esos días me permitieron descubrir lo que vale la vida en un país como el mío.

Llamaron a los bomberos, pero no vinieron”, ya no entraban al barrio, era peligroso y si la persona que había perdido el conocimiento vivía en la calle, no importaba tanto, según ellos. Estas duras afirmaciones vinieron a mi mente al leer en diferentes medios de comunicación sobre una serie de asesinatos de personas que viven en la indigencia. En realidad no es nada nuevo, solo cobró importancia mediática, que pone sobre la mesa la situación de vida de estas personas ¿cómo nos solidarizamos?, ¿qué medidas tomamos como sociedad civil?, ¿qué exigimos a las autoridades?, ¿qué instituciones trabajan en el tema?, ¿nuestras vidas valen lo mismo?

No tener qué comer y tomar algo de la basura, o pasar las noches lluviosas completamente empapados bajo un camión recolector, son sin lugar a dudas momentos difíciles de vivir. Sin embargo, hay algo que pesa mucho más: saber que para el otro no valés nada. A este propósito aprendí, en ATD Cuarto Mundo y en el Movimiento de Jóvenes de la Calle -Mojoca-, que no importa mucho si tenés talentos o no, siempre hay algo que ofrecer a los demás: vos mismo, tu amistad, tu solidaridad. Sin lugar a dudas, en ese camino descubrimos que nuestras vidas valen exactamente lo mismo.

Linda Gare, Guatemala

microcorrupciones

corrup

A Juan

Según una publicación en el Diario de Centro América, a la fecha están abiertos 14 casos por corrupción de pasados funcionarios, de todos los Organismos del Estado. La situación es indignante, mientras tanto, los millones de quetzales presuntamente robados quedan en el aire, sin atender las necesidades de los guatemaltecos.

Por otra parte, hace unos días en una conversación con los amigos, cada uno hizo sus confesiones sobre las veces que había sido corrupto, es decir, las veces que había traicionado su ética y su moral. Pasarse un semáforo en rojo cuando vamos de prisa o jugarle una vuelta tecnológica a las personas mayores que no conocen del tema, entre un sinfín de microcorrupciones conforman el cotidiano de muchos guatemaltecos, nuestro cotidiano.

La corrupción está entre nosotros. A la costumbre de aplicarla se le suma que creemos que es “astucia” o “audacia” y que aquel que trata de mantenerse, con muchas dificultades, dentro de los límites de la moral es iluso o motivo de nuestras burlas.

La situación suele pasar desapercibida o solemos justificarla para no darnos cuenta de que contribuimos a la construcción de un sistema podrido, del que muchas veces nos quejamos. Hoy, como un ejercicio, deberíamos proponernos estar conscientes de estas microcorrupciones, reflexionar sobre ellas, pues cada una tiene consecuencias, por mínimas que parezcan. Y lo más grave: repercuten sobre otros. Cada vez que las cometemos nos acercamos más a la figura del político que despreciamos.

‘El cambio lo hacemos todos juntos y si no actuamos así, juntos, para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabamos formando parte de ella’.

Joan Baez

Linda Gare, Guatemala

el verdadero terror

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A inicios de este mes, explotó una bomba en un bus en Guatemala. El delito fue atribuido a las maras. En los medios, se hablar de terror.

En la cárcel, asesinaron a un miembro de la mara 18. Supuestamente por ordenar el bombazo sin autorización de los demás. Con su muerte, y la muerte de los presuntos autores materiales en distintos lugares de la ciudad, se van las probabilidades de conocer la verdad.

Por las noches, evito pasar por la Plaza Central, hay dos o tres muchachos asaltando, casi siempre. Todos los vecinos del centro lo sabemos. Lo sabe la mujer que vende atol en la esquina. Lo saben los niños que venden chicles por las noches. Unos días después del bombazo, la “inteligencia” policial del sector evitó que estallara otra bomba en un bus. El crimen se combate con selectividad ¿o forman parte del mismo plan?

Simultáneamente a los bombazos, dos eventos importantes se desarrollaban en el país. El primero, la elección de magistrados para la Corte de Constitucionalidad, máximo orden de resolución de conflictos legales. El segundo, las enmiendas en el Congreso a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Dos hechos de suma importancia para reformar, de fondo, a este espacio de tierra llamado Guatemala. Pero las bombas en los buses, venden más.

Otro debate se reactiva: la pena de muerte, unos que sí, otros que no. Siempre de la mano con “el terrorismo”.

Mientras tanto, en algún asentamiento de la ciudad, Erik intenta de nuevo mantenerse en el tercer grado. Ya casi tiene 12 y se empieza a sentir incómodo entre los niños más pequeños. La escuela es aburrida y poco útil. Por las mañanas intenta vender con su mamá, a pesar de las burlas y de los dolores de la mujer que le dio la vida por la artritis.

Finalmente, se eligió a los magistrados de la Corte de Constitucionalidad, no todos están limpios, de hecho, casi nadie. Y las reformas a la Ley Electoral pasaron sin pena, ni gloria, dejando fuera importantes demandas como la validez del voto nulo, el transfuguismo y la igualdad de género.

Los bombazos se vuelven a mencionar de vez en cuando. En la Plaza Central siguen asaltando. Las opiniones respecto a la pena de muerte, nos dividen. Entre todo hay algo que realmente me aterra: que Erik deje de ir a escuela. Que él y tantos niños, niñas, adolescentes y jóvenes, se sumen a los otros 4 millones de niños, niñas y adolescentes guatemaltecos al margen de la educación. Me aterra que la escuela no se adapte y haga lo imposible porque estos niños, niñas y adolescentes aprendan y desarrollen todo su potencial. Me aterra que no existan programas de Estado para que los jóvenes encuentren algo en lo que son buenos y encuentren oportunidades. Me aterra pensar que pueden terminar explotados por una bomba, o explotándola, asaltando en la Plaza, haciéndose de la vista gorda frente a la corrupción, votando por incapaces, que no ocupen cargos de elección popular, o los ocupen para oprimir, me aterra que crean en los medios de comunicación sin cuestionar o que mueran por una inyección letal. Este es el verdadero terror.

Linda Gare, Guatemala