Llegué tarde y cansado,
teniendo que echar el ancla,
desembarcando mi alma
a un puerto de neblina espesa.
Por más que me adentro,
más neblina encuentro.
Neblina espesa que privas de visión a mis ojos.
¿En qué puerto ha ido a desembarcar mi alma?
Llegué tarde y cansado,
porque se aterrorizaron mis ojos
por el peso de la balanza
que marcan unos y otros.
Antonio Jiménez Gabarre, de su antología Av de la Gavia